Enguídanos: El pueblo donde las aguas dejan sentir un paisaje de ensueño

Miguel Romero
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Su fortaleza, su fiesta íbera Keltiber y su Virgen de Luján, hacen de este lugar un encuentro donde la historia rinde culto al tiempo

Enguídanos: El pueblo donde las aguas dejan sentir un paisaje de ensueño

Yo he contado mucho de este bonito lugar, pero aún así, tiene tanta belleza que es imposible describir en estas líneas gran parte de su maravilloso entorno. Su enclave, perfecto, entre constantes aguas procedentes de las cuencas de los ríos que le definen: El Cabriel y el Guadazaón dando vida al molino de don Baltasar, fuentes y manantiales, cascadas con borbotones constantes donde el agua hace cabriolas increíbles, las Chorreras, el salto del Guadazaón, la Hoz del agua, la Hoz cerrada, la del río Mira, la de la Virgen, todo abajo y arriba, los miradores del Sagrado Corazón, el de la Cueva, el de la Virgen, el del Reloj, todo entre las montañas y sus cinco ríos, donde se acuesta ese caserío de tiempos inmemoriales, así lo dice su castillo con esos restos celtíberos que allí duermen.

Por eso lo de Keltiber como fiesta de ancestral personalismo, retrocediendo hasta ese siglo V antes de Cristo para adorar al Dios Cernunos, el que privilegio diera a la naturaleza y a los animales, formando poblado donde el mercado artesanal le da la solera a sus talleres y conferencias. Y es que, aquí hubo también mucha historia. Después de su dominio íbero en ese Cerro de Cabeza de Moya, luego los romanos llegaron para ocupar economía y aprovechar los muchos recursos de esta zona, por ello, el Pozuelo, el Retamar, Fuente Escarabuela y Molinillo haciendo lugar de acopio con monedas de Tiberio y Constantino, si cabe alguna de Tito y esas lápidas con latinizada inscripción. La vía romana secundaria hacia César Augusta o Zaragoza le define, pero sin duda, es la época de dominio musulmán con fortaleza altiva, más luego la cristiana repobladora la que hace del lugar punto de inflexión.

Su dependencia del marquesado de Moya, en alguna ocasión aunque no mucho tiempo, del Señorío de Alarcón en reconquista antes y del conde de Cervera, curiosamente después, le hacen ser villa importante con jurisdicción propia y escudo de armas.

Dejemos pues, toda esa amplia historia, condicionada a su ubicación estratégica, en tiempos de guerras constantes, me da igual Comuneros que Franceses y si cabe, Carlistas, porque lo que le da personalidad es su entorno, sus parajes, su riqueza natural, sus condicionantes paisajísticos que le hacen ser un punto de referencia regional indudable gracias al esfuerzos de sus gentes, todos, dirigidos por Sergio de Fez, su alcalde, que robustece el protagonismo con su esfuerzo constante en ideas y proyectos. En el buen recuerdo queda su anterior alcalde, José Vicente Antón.

Por eso, entre el Gamonal, el Atochal y el Retamar con los Guitones o las fuentes de San Blas y Caricas hacen de todo esto, un paraíso. Ahí queda, su puente romano, su fortaleza ahora restaurada, su plaza con ese balconaje popular que le define, su ayuntamiento, sus casas rurales de amplios horizontes y su nuevo Centro Cultural, ahora inaugurado.

Destaca sobremanera, su iglesia poderosa de la Asunción, gótica en traza con artesonado mudéjar de fuerte influencia, en esa portada del mediodía con arco rebajado de baquetones enmarcada en bello arco conopial y sus molduras de carpanel. Por eso, adentrémonos y veremos sus alfarjes en esa armadura de par y nudillo en forma de artesa de lindo bordón. Las gualderas del Altar Mayor te enaltecen, el alfarje del coro y su notable pila bautismal con gallones abajo y arquillos arriba, es un gran tesoro para su contemplación.

Y qué decir, amigos, de su Virgen de Luján, en ermita nueva, donde se reencuentran las personas que portan ese apellido al igual que también se hace con el apellido Enguídanos. Otro proyecto municipal más. Por eso, se ha hecho hermanamiento solamente entre los pueblos de Luján en Argentina y de Enguídanos en Cuenca que hacen de su unión un estrechamiento de sentimiento compartido entre civilizaciones y pueblos.

Dejamos sus ermitas, la de Nuestra Señora del Castillo, la de San Roque, Santa Quiteria, San Blas y San Sebastián, perdidas algunas de ellas en ese recuerdo de la historia pasada, pero en ese afán de demostrar que este lugar está tan vivo como sus gentes, en ese deseo constante de desarrollo sostenible y sostenido como foco de irradiación en toda la cuenca del Cabriel. Un tesoro más de la naturaleza este lugar. Es pueblo de inquietas gentes y si no, que se lo digan a José Saiz Valero, instigador de ese colectivo SOS PATRIMONIO. Un acierto y un grupo de buenas gentes.