Diez años de la desaparición del optense Castro Villacañas

Óscar Martínez Pérez
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Diez años de la desaparición del optense Castro Villacañas

Este año 2024 se cumplen diez años de la muerte de uno de los optenses más destacados de la historia reciente y del que muy poco, y por pocos, se ha escrito en Cuenca sobre su figura humana y su trayectoria vital y literaria que dejaron honda huella. Demetrio Castro Villacañas nació en el solar de sus padres, Heliodoro Castro y Elisa Villacañas,  en Huete, el 21 de enero de 1919. Es cierto que enseguida se lo llevaron a la cuna alcalaína de Cervantes, pero como dice su antólogo y biógrafo, eso no le rebajó su «profundo arraigo a la tradición cultural de Cuenca». 

Poeta, periodista, crítico literario, doctor en Derecho y muchas cosas más, destacó en el periodismo desde que se integró en las revistas Garcilaso, Vértice, Escorial, Clavileño, La Hora y los diarios Solidaridad Nacional y Arriba. En medios radiofónicos, Castro Villacañas colaboró y dirigió programas de temática cultural en Radio Nacional de España y Radio Intercontinental. Funcionario de la Administración, fue secretario del Ateneo de Madrid y delegado de Información y Turismo en Sevilla, donde realizó una intensa labor cultural impulsando los medios literarios de la capital andaluza. 

Su pasión por el periodismo le llevó a ser profesor en la Escuela Oficial de Periodismo, impartiendo las materias de Historia de los Movimientos Sociales y Doctrina Política y Social Española. Demetrio siempre fue leal a sus ideas y a sus avatares biográficos que, por la época en que le tocó vivir, fueron muchos y muy intensos, tanto en su singladura personal (enviudó en dos ocasiones y perdió a un tío asesinado en Paracuellos) como en la profesional e intelectual, donde ocupó cargos y responsabilidades en la España de Franco, donde fue sucesivamente consejero nacional del SEU y del Frente de Juventudes, secretario nacional político de la Delegación de Provincias y, finalmente, secretario general de Prensa, Propaganda y Radio del Movimiento, hasta junio de 1965. Su etapa vital más polémica, vista desde el prisma actual, es la que le llevó a la División Azul, luchando contra el comunismo soviético y en la que sus dotes de periodista de raza le convirtieron en director del periódico de los divisionarios españoles. Hoja de Campaña, cuyo primer número salió publicado el 30 de octubre de 1941. 

Castro Villacañas siempre tuvo presente a Cuenca y a Huete, y prueba de ello es que pregonó en dos ocasiones la Semana Santa de Cuenca, en 1953 y en 1963, además de mantener con cierta intensidad amistad con conquenses y enconquensados que vivían en Madrid como Florencio Martínez Ruiz, Meliano Peraile, Federico Muelas, Domínguez Millán… A Huete volvió siempre que pudo para desarrollar el Teleclub, dar conferencias o ver y sentir  las fiestas de Santa Quiteria, que desde su nacimiento llevaba en su ADN.

Poeta conquense. Para  hablar y rememorar la vida y la obra de Demetrio Castro Villacañas es necesario conocer y reconocer su poesía de la que se han ocupado los grandes de la crítica literaria española, desde Federico Muelas y Florencio Martínez Ruiz (Eduardo Alcalá) hasta Bartolomé Mostaza, Dámaso Alonso y Melchor Fernández Almagro o Tomás Salvador. Martínez Ruiz indagó y estudió en profundidad la entraña poética del optense anotando que «es un lírico profundo, un lírico personal, un lírico germinante, todo lo contrario de un poeta sencillamente retórico». Florencio reconocía que la poesía del poeta no se había leído con la latitud que su hondura requería, quizás por la aventura vital del viajero por la Europa de la Guerra, que llaga sus recuerdos y en su poesía más que su huella, deja su catarsis.

En el estudio antológico que Martínez Ruiz hace de la poesía conquense de la primera generación de la posguerra, Poetas en el vientre de la ballena, Demetrio Castro Villacañas es para el periodista un «hondo Quevedo redivivo» que añade a la poesía conquense lo que la poesía conquense raras veces había tenido: hondura y gravedad humanas. Para el periodista y crítico de ABC, la poesía del poeta de Huete no es simplemente una novia del estío, sino una compañera solidaria para descubrir la última serenidad y la verdad de las cosas. En la poesía castriana todo se moltura en un humanismo en el que el dolor, el desasosiego, la muerte, etc. –guerra civil española, guerra mundial, guerra fría– le llevan a la radical soledad de ser hombre.