Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Thunderbolts

13/06/2025

Con algunos políticos no sabes si son tan torpes como parecen o poseen una inteligencia privilegiada que supera a todos los analistas profesionales. La primera advertencia que deberíamos tomar en consideración es que esos analistas irritados afirmaron con rotundidad que no volvería a ganar unas elecciones. La segunda observación no puede ocultar que gran parte de lo criticado en su política exterior, económica o interior se apoya en elementos ideológicos.

Hago esta introducción porque es un error grave descalificarle otorgándole semejanzas con alguna especie animal como hace poco hizo algún político español. Su postura sobre Ucrania es inmoral en apariencia, pero podría ser magistral si el plan es otro. En teoría, no quiere saber nada de Europa, le importa un comino el conflicto, simpatiza con Rusia y estaría dispuesto a reconocer un cambio de fronteras mediante el uso de la fuerza. Podrá gustar o no la idea, pero lo incomprensible es que haya exigido que Europa incremente su gasto de defensa a tal nivel que anima a Ucrania y a los mismos europeos a oponerse a la voluntad rusa. Nadie parece percatarse de esta contradicción. Si Estados Unidos mantiene la información por satélite a Ucrania, me temo que todo ha sido un gran engaño.

Si era complejo lo anterior, la política arancelaria de Trump se lleva la palma. Ha conseguido sorprender a todos, irritar a enemigos y aliados por igual y provocar una tormenta financiera espontánea. ¿Cuál es el objetivo? No creo que a estas alturas piense que la industria americana vaya a recuperar viejas glorias, pero no es descartable que le inquiete el poderío chino. Me temo que esta preocupación será creciente en la próxima década.

Ahora leeremos que sus votantes están defraudados con su errático comportamiento y que su poder se diluye como un azucarillo. Esta afirmación no se sostiene. Sus votantes son contundentes en el tema del género, mayoritariamente contrarios al aborto, con un rechazo absoluto a la inmigración y poseen una latente hostilidad hacia las caras universidades de élite que se mofan de los paletos de clase media. Mientras no se aparte de estos cuatro temas, es difícil que su apoyo se reduzca. Todos estos temas son susceptibles de matices, pero la izquierda norteamericana con su defensa irracional de lo políticamente correcto impide un debate sereno. La pregunta no es por qué ganó Trump, sino la desafección de la clase media hacia la izquierda moderna.