«El pasado año llegamos a tener hasta 25 bodas concertadas pero una a una se fueron suprimiendo salvo una que, a pesar de no estar programada, se tuvo que improvisar en apenas unas semanas. Fue la única boda que se celebró el pasado año en la catedral, fue el 26 de diciembre con un número muy reducido de invitados y se hizo en una capillita. Fueron los novios los que se arriesgaron, los que decidieron casarse y no esperar más», explica el capellán de la Catedral y párroco de Santiago y San Pedro, Miguel Ángel Albares .
La mayoría de los novios que casa Albares, tienen una edad que ronda entre los 25 y los 30 años y aunque ha celebrado muchas ceremonias, si tuviese que destacar una anécdota esa sería, por un lado, la tradicional y habitual tardanza de las novias y la desesperación de los invitados en general y en particular del novio cuando la espera es larga y, por otro, «el olvido de los anillos» y la consiguiente improvisación valiéndose de las alianzas de algún invitado.
Algunos novios lo piden a él directamente y si su agenda se lo permite, los casará. Otras veces, los novios, lo único que hacen es elegir la fecha pues traen a un sacerdote amigo que será quien, por otra parte, oficie la ceremonia.
Miguel Angel Albares, capellán de la catedral. - Foto: Reyes Martínez«En la catedral hemos llegado a recibir incluso bodas de otros países, más aún, nos ha tocado hacer bodas en italiano y en español, así como en francés y en español y en inglés y en español», comenta este párroco, quien igualmente aclara que lejos de lo que se pueda pensar no existen listas de espera para poder casarse allí y que «todavía este año si te quieres casar en la catedral puedes elegir una fecha entre las disponibles».
«Hay muchas fechas vacías para este año, más aún el año que viene están todas vacías porque las bodas se suelen anotar de año en año. La boda se tarda en organizar lo que los novios quieran, o dicho de otra manera, una vez que tienes iglesia y tienes restaurante, para todo lo demás no se tarda y en esto tampoco se tarda nada porque hemos simplificado el proceso al máximo para que nadie se pueda molestar y dé lo mismo que viva, por ejemplo, en Alemania, en Berlín o en la misma Cuenca», dice Miguel Ángel Albares.
Sea como sea, a la fecha en la que nos encontramos, dice el capellán de la catedral, ya hay anotadas 27 bodas a celebrarse entre finales del próximo mes de mayo y principios de junio hasta octubre.
«Esto precisamente era lo que iba a suceder el pasado año y al final, ninguna se hizo. Las de este año igualmente son todas por la tarde y en sábado, por lo que, si en junio el toque de queda está en las 23:00 horas, imagino que una vez más, más de una se van a volver a cancelar», concluye diciendo.
La concejala de Participación Ciudadana, Barrios, Pedanías y Mayores, Asunción Moriana, el pasado año fue la que ofició más bodas en el Consistorio conquense . Son los novios, en su mayoría, gente joven la que la eligen, siendo el salón de plenos el lugar en que se celebran normalmente aunque con el Covid por seguridad también se ha cogido el salón de actos para que exista un mayor espacio.
A veces, sólo se hace con los contrayentes y con los testigos llegando a las seis personas, pero, otras veces, se llega a más gente con un tope de 10 personas en la actualidad. Normalmente las bodas en el Consistorio conquense son de lunes a viernes por la mañana, de manera, que lo mismo que hay semanas en la que sólo hay una ceremonia, hay otras con dos o simplemente con ninguna.
La eligen, comenta, porque «me meto mucho en el papel y de hecho, recuerdo que una de las que he oficiado la hice como si fuese un cuento, era como una especie de narradora. La boda fue muy bonita, como otra que tuve precisamente este año y en la que el principal testigo que hubo fue Filomena y hubo que buscar deprisa y corriendo a gente porque más de una no pudo venir por el nevazo que había» . Ya «para este año, dice, hay nueve bodas programadas, siete para mí y dos para un compañero».
Una boda con esta concejala puede durar entre cinco minutos como mínimo hasta un máximo de 20 o 25 minutos, todo «depende de si sólo hablo yo o por contra hay intervenciones por parte de algún testigo, familiar o amigo. En la última boda que celebré hace un mes, más o menos, recuerdo que, le pregunte a la novia que iba a pasar, ella me dijo que iba a ser todo muy sencillo que no iba hablar nadie, no obstante, no sólo yo, que conocía a la novia, leí una poesía, sino que al final hubo intervención y no una, sino varias».