Inspeccionar la eficiencia energética de líneas eléctricas o placas solares, escanear desde el cielo un terreno para descubrir posibles yacimientos arqueológicos, o localizar a una persona que se ha perdido en el monte. Esos son algunos de los múltiples usos que puede llevar a cabo un dron de última generación que esté provisto de tecnología para visualizar o grabar imágenes térmicas desde el aire. En Cuenca, la empresa Cyrasa Seguridad ya dispone de un dron de estas características que, incluso, ha llegado a participar en el dispositivo de búsqueda de una persona perdida.
En este último mes también se ha intensificado el uso de estos vehículos no tripulados en la erupción del volcán de La Palma. Los drones han sobrevolado el cono volcánico no solo para tomar imágenes espectaculares, sino para analizar datos y predecir el recorrido de la lava. La ventaja es que «no se pone en riesgo la vida de pilotos», indica Santiago Macharal, jefe de Seguridad y director de operaciones del sistema no tripulado pilotado por control remoto (RPAS) de Cyrasa Seguridad.
Precisamente, la gerencia de la empresa conquense está pendiente de contar con las últimas tecnologías en este ámbito. De hecho ya dispone de un dron de última generación, uno de los pocos que existen en Castilla-La Mancha, que permite realizar vuelos sin apagar el aparato y pilotarlo a distancia con un radio mínimo de 15 kilómetros de distancia.
Guardianes invisiblesColaboración. Macharal confirma que se colabora con las Fuerzas de Seguridad del Estado cuando se requiere la asistencia de esta super-máquina, que es capaz de alcanzar los 80 kilómetros por hora de velocidad y hacer uso de sus cuatro cámaras para observar desde las alturas cualquier movimiento. La cámara térmica permitirá localizar la presencia de una persona que esté perdida en un bosque y otra dispone de un zoom óptico de 20x y digital de 200x para acercar las imágenes a la consola. «Estamos en contacto con la Guardia Civil y la Policía Nacional para colaborar en lo que necesitemos. Si el dron es necesario para participar en la búsqueda o rescate de una persona desaparecida, estamos dispuestos» dice el experto, que cuenta que «en la más absoluta oscuridad, se ve un punto de calor con la imagen térmica». Eso sí, existen varias restricciones de obligado cumplimiento para el piloto de drones, que no puede superar los 120 metros de altitud y no debe sobrevolar en un radio de acción de ocho kilómetros en aeródromos, aeropuertos o helipuertos y en zonas de especial protección para las aves (ZEPA).
No obstante, recuerda Macharal que esta novedosa tecnología se emplea actualmente y de forma principal en las energías renovables. «Se utiliza para hacer inspecciones preventivas. A través de la cámara térmica, vemos los posibles fallos térmicos que puede dar una línea de alta tensión. Eso previene de caídas en un futuro o en invierno cortes al suministro» comenta el experto,
Lo cierto es que la tecnología avanza a pasos agigantados en la aeronáutica, hasta el punto de que la Policía Nacional presentó a principios de mes el primer dron autónomo y tripulado con base en el aeropuerto madrileño de Cuatro Vientos. Puede transportar a dos personas y se destinará, principalmente, a misiones de búsqueda y rescate. Además, observa Macharal, ya hay Facultades de Arquitectura «en las que se estudia la posibilidad de construir edificios que en cada planta tengan un helipuerto».