Hay gente con la que da gusto hablar. Mejor dicho, hay gente a la que da gusto escuchar. Personas que podrían estar hablando durante horas sobre un tema concreto con tal pasión y conocimiento que lo único que se puede hacer en respuesta es escuchar, intentar asimilar toda esa información y, si eso, interrumpir ese discurso con alguna pregunta para seguir tirando de ese precioso hilo.
En Cuenca hay multitud de ejemplos de esta afirmación relacionados con la Semana Santa. Muñoz, Recuenco, Buendía… cualquiera de estos apellidos es sinónimo de maestría, pero los que hoy nos ocupan son Antonio Pérez Valero y Rafael Pérez Caballero.
Antonio cuenta en su historial de publicaciones con Las Hermandades de nuestra Semana Santa (1990), A través de mi capuz (1997), La Cuenca nazarena hasta el siglo XX (2011) y Apuntes para la historia nazarena conquense (2021, dos tomos). Por su parte, Rafael publicó en 2010 un libro sobre la historia de la hermandad del Ecce-Homo de San Miguel por su 150 aniversario. Amén de, en ambos casos, numerosas colaboraciones en medios de comunicación, participaciones en revistas oficiales de la Junta de Cofradías y el pregón por parte de Rafael Pérez.
Dar voz al pasado - Foto: Reyes MartinezTanto Pérez Caballero como Pérez Valero aseguran que llegaron al 'oficio' de la investigación por casualidad. El primero, licenciado en Bellas Artes, por afán recopilatorio de los documentos de su hermandad; el segundo afirma que «empecé a investigar por saber yo, lo demás vino solo».
Sea cual sea el motivo, la verdad es que sus descubrimientos han servido para contextualizar y entender mejor los orígenes de la semana grande de la ciudad.
Explica Pérez Valero que, en los documentos –en ocasiones medievales– que ha encontrado, se demuestra que el origen de las hermandades pasionales –las que desfilan en procesión– no es en su mayoría gremial, como se dice comúnmente. Aunque sí que es cierto que las había de origen gremial, pero desfilaban sobre todo el día del Corpus y servían para devoción del santo patrón de dicho gremio.
Del cabildo de San Nicolás de Tolentino, explica Pérez Valero, nace el convento de San Agustín y de ahí las tres hermandades forman lo que hoy es Camino del Calvario; el cabildo de la Vera Cruz da lugar a cuatro de las hermandades del Jueves Santo…
«Los primeros desfiles del Jueves Santo eran procesiones de penitentes, que buscaban transmitir el temor de Dios a través de lo cruento; mientras que los agustinos de San Antonio y San Román llamaban al acercamiento a través del conocimiento», argumenta Antonio, basándose en documentos del siglo XVIII y, en el caso de la procesión del Santo Entierro, se trata de un concepto más cercano a la iglesia como institución. «En la Madrugada se representa la 'calle de la Amargura', por eso afirmaban que el Cristo de los Espejos no tenía lugar en esa procesión, porque en ese momento Cristo no debería aparecer muerto todavía», añade.
Por su parte, Pérez Caballero explica que su trabajo fue fácil, ya que la propia hermandad guardaba un libro de actas desde el año de su creación (1860), por lo que solo tuvo que leerlo y acompañarlo con documentos y periódicos de la época.
En estas actas se documenta cómo, en 1905, 14 hermanos se apuntaron al Ecce-Homo con la condición de que la procesión saliese el Miércoles Santo y no otro día. Rafael también incluyó en su libro la concordia de 1906 firmada con la hermandad de El Prendimiento, poniendo las bases de la procesión: canto de Miserere y dónde hacerlo, colocación de una banda de música entre ambos pasos, referencia a que todas las hermandades que quieran incorporarse deben llevar el capuz blanco…
Pérez Caballero explica –y con esto complementa una de las afirmaciones de Pérez Valero– que, en sus inicios, la talla original del Ecce-Homo no procesionaba, era de devoción. Por lo que «según se deduce de las actas, porque no está afirmado explícitamente», cuando se decidió a salir, hubo que hacer arreglos en la parte trasera de la talla, presumiblemente plana.
Estos son solo algunos de los ejemplos de lo que han encontrado Pérez Caballero y Pérez Valero en sus incursiones investigadoras. Cualquiera con tiempo y curiosidad suficientes podría llegar a conseguir similares descubrimientos. Porque, aunque parezca que no, todavía queda mucho por investigar y muchas incógnitas por resolver.
Y así, por ejemplo, Antonio plantea la siguiente pregunta para futuros investigadores: en 1615 se autoriza por orden real la procesión de la Madrugada en Cuenca, pero el corregidor de la ciudad se negó y no se desfiló ese año. Así que no fue hasta 1616, cuando Felipe III obligó a que se cumpliese el mandato real. ¿Qué pasó en 1615 para que el corregidor de la ciudad se negase a cumplir una orden real?
Tanto Pérez Valero como Pérez Caballero afirman que documentarse no es en exceso complicado porque, en sendas experiencias, las hermandades están abiertas y dispuestas a compartir sus actas y su historia. Aunque sí que están de acuerdo en un aspecto: «Nosotros somos amateur, investigamos sobre el terreno», afirma Caballero. «Hemos sido un grupo de individuos cada uno a nuestro aire buscando el mismo fin, falta canalizar el trabajo», añade Valero.
Para ello, Rafael tiene una idea: «Teniendo como tenemos un Museo y la sede de la Junta de Cofradías, la historia de las hermandades podría estar digitalizada, sería ideal para ver toda la información de una hermandad». Aunque reconoce que es algo complejo, porque «eso tiene que hacerlo un profesional que sepa manejar estos documentos, además de que supone mucho trabajo y tiempo escanear y fotocopiar tantos papeles».
Ideas, igual que incógnitas, hay. La historia está ahí para ser encontrada. Y, teniendo como tiene Cuenca esta pasión por su Semana Santa, solo es cuestión de tiempo que surja una nueva voz a la que escuchemos durante horas sin pestañear, mientras resuelve enigmas del pasado que ni siquiera sabíamos que necesitábamos resolver.