Arte bajo prescripción

Ester González
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La ilustradora María Fernández de Teherán dejó atrás sus días de profesora y ahora se enfrenta al «reto» de vivir de sus creaciones

María Fernández de Teherán ya es conocida en la ciudad por los trabajos que ha realizado. - Foto: E.G.G

Pocas personas consiguen lograr hacer de su pasión su medio de vida. María Fernández de Teherán está en ello. Dejando atrás su pueblo en Jaén, llegó a Tarancón, donde el arte y el amor han conseguido que sea su hogar. Con mucho esfuerzo y muchas metas todavía por delante, María se enfrenta a un nuevo reto en su vida, la de hacer el mundo un poquito más bonito con sus obras.

Ella es una de esas joyas que a pesar de no ser autóctona de Tarancón ha hecho de la ciudad su casa. La culpa la tiene un taranconero alto y moreno que consiguió que María dejara Bailén para 'construir' una familia en tierras conquenses. En la capital fue donde cursó sus estudios universitarios para continuar desarrollando una actividad con la que siempre había disfrutado: «Cuando estaba en clase de plástica, dibujando, me sentía cómoda». Por eso afirma que «cuando decidí estudiar Bellas Artes, simplemente, supe que ahí era donde encajaba». María encontró su camino y empezó a recorrerlo, saliendo incluso de su zona de confort. «Siempre he disfrutado con el dibujo natural, pero me gustaban los retos, probar con distintas técnicas... He llegado incluso a atreverme con flores secas», apunta.

«Cuando decidí estudiar Bellas Artes supe que ahí era donde tenía que estar»

María Fernández de Teherán ya es conocida en la ciudad por los trabajos que ha realizado.María Fernández de Teherán ya es conocida en la ciudad por los trabajos que ha realizado. - Foto: E.G.G

A medida que se involucraba más con el mundillo del arte, fue descubriendo a sus referentes como la ilustradora española Noemí Villamuza o la francesa Rébecca Dautremer. «Me fijo mucho en su estilo porque me gustan los detalles y los trazos limpios que hacen». También descubrió a uno de los artistas que más admira, en Tarancón, nada más y nada menos que Emiliano Lozano. Casualidades de la vida, la familia del marido de María está emparentada con la del artista, y «gracias a esta relación he podido conocer muy de cerca la obra de Emiliano. Su familia me ha permitido explorar por su legado». La artista está fascinada por el estilo del taranconero: «Me sorprende mucho cómo elabora sus composiciones y me fijo en él para buscar inspiración o soluciones a mis propias obras». 

Su primer contacto con el mundo laboral llegó cuando María comenzó como profesora de Secundaria en varios institutos de la zona: «Cuando daba clase de Plástica fue una época que disfruté mucho». Continuando con los retos, María dejó las aulas para embaucarse en la aventura de ser madre. Tuvo que pedirse una excedencia para dedicarse a su familia, pues «mi trabajo y la maternidad no eran compatibles». Cuatro hijos más tarde, empezó a plantearse que quizá era momento de volver a la acción, «cuando las más pequeñas dejaron de serlo y comenzaron a ser más independientes me hice autónoma y empecé a hacer trabajillos por mi cuenta». 

En la actualidad se enfrenta a este gran «reto» de vivir de su arte: «Me realizan encargos de todo tipo, desde al Ayuntamiento me han pedido que ilustre carteles para eventos, programas y cosas del estilo, también he ilustrado libros y, por supuesto, los encargos que me hacen los particulares, que suelen ser retratos o incluso ilustraciones para empresas». La combinación perfecta para ella sería «tener media jornada como profesora y poder seguir dedicándome a estos encargos que me permiten seguir explotando mi arte». En sus obras destaca una característica y es «el trazo fino y limpio, la precisión de los detalles», algo que como ella misma confiesa, «es difícil de explicar, es más una sensación que una técnica. Cuando yo lo miro tengo que sentir que está limpio». 

La peculiaridad de sus dibujos es que los realiza en el reverso de las cajas

A pesar de haber realizado trabajos con acuarelas, portaminas e incluso combinando los trazos con bordados, la peculiaridad de esta ilustradora es que algunos de sus dibujos los realiza en el reverso de las cajas de medicamentos. Esta particular elección «fue una combinación de la característica de Emiliano, que era coger cualquier papel o material en el que pudiera dibujar y comenzar a trazar, y por otra parte Sara Landeta, artista madrileña que decidió comenzar a dibujar en las cajas de los medicamentos que utilizaba su madre». 

Sin duda, una manera curiosa de difundir sus propias creaciones... «A la gente le llama mucho la atención y son los propios vecinos los que me traen las cajas para que haga los dibujos», afirma la ilustradora quien con sus obras ya se ha creado un nombre propio entre los artistas taranconeros. Personalmente, con mi bolso bordado por ella misma, ya puedo decir que tengo un María Fernández de Teherán original. ¡Que no es poca cosa!

ARCHIVADO EN: Arte, Tarancón, Jaén, Cuatro