Los nacionalistas son seres superiores. Han nacido de otra raza, tienen un ADN diferente a los mortales comunes, los vascos del PNV además tienen un RH negativo que les diferencia del resto de los españoles. Si a eso le sumamos que se creen los protagonistas de Asterix y Obelix, única región contra la que no han podido ni los romanos, ni los visigodos, los musulmanes ni por supuesto los españoles comunes de a pie, lo único que necesitan ya es una película de ciencia ficción donde el resto de los ibéricos sean los orcos, y ellos los buenos defensores de la tierra de Mordor. Y ni que decir tiene que sus manifestaciones racistas y supremacistas deben ser ciertas a tenor del caso que les hacen los distintos gobiernos que se suceden en nuestra piel de toro. ¡Ole Puigdemont! ¡Viva Sabino Arana! Nos arrinconan, nos acomplejan, dicen que somos bestias, nos desprecian y aún así vamos allí a lamerles el culo a ver si nos dan sus votos. Mientras nos escupen en la cara se llevan las prebendas de una ley electoral que les concede la llave del gobierno en España. Es decir, con unos cuantos diputados que salen elegidos gracias a la Constitución Española, se la pasan por el forro, y nosotros tal felices. Así vamos. 
El mundo se va globalizando, desde los primeros pobladores sueltos por el mundo divididos en tribus donde ni siquiera los de una tribu se hablaban con otra, donde el mundo era anárquico en cuanto a culturas y adelantos, aparecieron las ideas de unión; una tribu con otra, un conjunto de tribus con otro conjunto de tribus, y así, desde que el hombre controla el fuego, se inventa la rueda, el dinero para el intercambio, las regiones se unen para fundar estados, imperios, naciones, porque en esas tribus diseminadas no se podía transmitir rápidamente un invento, y cuando el mundo se regionalizó, se nacionalizó y se instituyeron los gobiernos que afectaban a mucha gente, lo que se inventaba en un sitio, el progreso, la medicina, en muy poco tiempo se transmitía al resto de sus ocupantes. La globalización empezó en China, la India, Mesopotamia, Egipto, luego siguió con los romanos, con el Islam, con el Imperio español y luego el británico, hasta que por fin, lo que se inventaba en una parte del mundo llegaba casi de inmediato a la otra parte. Desde Carlo Magno Europa quiso ser una nación, y el anhelo lo han perseguido todos los Imperios hasta llegar a lo que hoy es o se pretende que sea una Europa unida.
Pues no. Ellos siguen erre que erre manteniendo que son distintos, raciales, y que sus vecinos, a veces separados solo por kilómetros, son otro pueblo de otra raza y de otras virtudes con las que no han de mezclarse. Eso es en definitiva el nacionalismo, un retraso mental. En España los nacionalismos han costado miles de muertos en la defensa de unas supuestas fronteras que nunca han existido en la realidad. Si pudieran poner una valla lo harían. Sin embargo ahí estamos los comunes mortales, pactando con ellos que se amparan en una ley que hemos hecho nosotros. Pues eso, Dña. Yolanda se va a ver a uno de estos iluminatis y lo único que le ha faltado es darle el pico de Rubiales. ¡Manda narices!