"El principal problema está en Bruselas y en los puertos"

José Luis Enríquez
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El secretario general de Asaja Cuenca subraya que las movilizaciones agrarias van a seguir, reclama unidad de acción para lograr las reivindicaciones y deja claro que «no hay división en el sector, sino gente que quiere dividir».

Manuel Torrero, secretario general de Asaja Cuenca, asegura que las movilizaciones seguirán - Foto: Reyes Martínez

Los tractores y los chalecos amarillos de agricultores y ganaderos que cortan carreteras se han convertido en el símbolo del enorme malestar del sector agrario. Las exigencias imposibles de la Política Agraria Común (PAC), competencia desleal, bajos precios, incumplimiento de la Ley de Cadena Alimentaria o la falta de agua para los cultivos han encendido la mecha de unas protestas que no tienen fecha de caducidad. Por ahora, la propuesta del Ministerio de Agricultura con 18 medidas es «insuficiente» para solucionar los problemas que asfixian al campo. 

De todo ello habla en esta entrevista, Manuel Torrero, secretario general de Asaja Cuenca, quien responsabiliza a las fallidas políticas agrarias europeas de la situación y asegura que las protestas seguirán. Eso sí, advierte de la necesidad de la unidad de acción al tiempo que lanza un aviso para navegantes: «En el sector no hay división, sino gente en el sector que quiere dividir».

Se cumplen dos semanas desde el inicio de las movilizaciones y hasta el jueves no se reunió el ministro de Agricultura, Luis Planas, con las organizaciones agrarias. ¿Le sorprende la inacción del Gobierno?

La verdad es que no. Es una situación que venimos denunciando desde que conocimos el Plan Estratégico de la PAC. La propuesta de ecorregímenes ha sido equivocada porque los importes que el Ministerio estimaba que iban a cobrar los agricultores no se han cumplido y porque hay más de 700.000 hectáreas de tierras de cultivo que no se han podido acoger a ningún ecorrégimen ya que era inviable, costaba más el cumplimiento de las condiciones que el dinero que se iba a percibir por hectárea. Esto era una situación que advertimos al Ministerio antes de aplicarse la reforma y las consecuencias han sido estas. Lo único en lo que parece que el Ministerio tiene margen de maniobra, que no sabemos hasta dónde y cuándo lo va a hacer, es en la Ley de Cadena Alimentaria. Veremos en qué orientación se modifica y veremos los resultados, pero por ahora tenemos pocas expectativas.

En la reunión del jueves, el ministro Planas presentó un paquete con 18 medidas. ¿Qué le parecen?

Son totalmente insuficientes. En concreto, nos parecen muy pocas y, en todo caso, muchas promesas. 

Precisamente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba recientemente en el Congreso que se iban a introducir cambios en la Ley de Cadena Alimentaria. No le veo muy confiado…

No. Después de esas declaraciones no hemos recibido ninguna propuesta de modificación de esa ley. Esto es lo habitual. Estamos acostumbrados a notas de prensa, comunicaciones, declaraciones pero hasta el jueves no teníamos ningún documento de trabajo. Creo que las circunstancias y movilización exigen premura a la hora de plantear modificaciones. De momento, somos escépticos y hasta que no veamos hechos no vamos a parar.

Lleva tiempo advirtiendo que el «campo está cansado». ¿Estas movilizaciones son el reflejo de que el vaso de la paciencia ya se ha desbordado?

Sí. Al final esto, tarde o temprano, tendría que ocurrir. Como acabo de decir, desde el Ministerio, el Gobierno y Bruselas se han acostumbrado a declaraciones, pero no se ve ningún movimiento importante ni voluntad a la hora de intentar cambiar algo. Y el campo, quizá en estos últimos años con la reforma de la PAC, está tocando fondo. Ya lo único que puede ocurrir es un rebote, una reacción hacia arriba, que es lo que estamos intentando.

¿Hasta dónde estarían dispuestos a llegar?

Ahora mismo las movilizaciones no tienen calendario de finalización. Una movilización se desconvoca cuando tienes sentado al otro lado de la mesa a alguien que te hace una propuesta en la línea de las reivindicaciones que se plantean. La situación está en un punto límite, tanto a nivel europeo como nacional, y se tienen que producir cambios rápido. Si no, es posible que esto vaya para largo.

¿Existe división en el mundo del campo?

Creo que no. Lo que creo es que hay gente en el sector que quiere dividir. En el sector no hay división. Compartimos con los que ahora salen lo que reivindicamos desde hace un par de años, el daño que hace la falta de control de las exportaciones, los tratados de la Unión Europea, la Ley de la Cadena Alimentaria, la locura ambientalista de la Unión Europea… Creo que la gente no debe promover la desunión. La atomización siempre es la ventaja para el enemigo. Es momento de reflexionar y de compartir una acción conjunta. Pero es verdad que se han lanzado mensajes que provocan ira, odio y, muchas veces, desunión.

¿Le parecen justas las acusaciones que se han lanzado contra las organizaciones agrarias? Por ejemplo, que han perdido la capacidad reivindicativa…

Son totalmente injustificadas. No podemos estar diciendo cada día lo que hacemos. Pero por ejemplo, en noviembre presentamos a la Consejería de Agricultura, que es nuestro primer ámbito, un plan para la ganadería de la región. A la vez en ese documento, presentamos la necesidad de establecer flexibilizaciones en la PAC y en enero, también a petición de la Consejería, hemos presentado un documento de modificación del Plan Estratégico de la PAC a nivel nacional. A pesar de que nos decían que esto no era posible cambiarlo, parece que ahora sí. 

También nos manifestamos en septiembre en Córdoba, con motivo del Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea. Claro que trabajamos. Siempre es fácil recurrir a criticar a tu competencia para crecer, pero si lo haces, al menos ofrece algo nuevo y deja de desunir. Nosotros no somos excluyentes, somos una organización agraria en la que cabe todo el mundo y creemos que este tipo de movimientos provocan la desunión. Nuestro curriculum nos avala y así vamos a seguir. Realmente hacemos poco caso a esas críticas porque tu trabajo le puede gustar o no a la gente, pero no nos pueden acusar de no hacer nada.

¿La solución al conflicto del campo pasaría por más Europa?

No hay que discutir si más o menos Europa. Aquí lo que tenemos que discutir es la política europea, en concreto la política agraria europea. Personalmente he vivido cinco reformas de la PAC y el balance que hago es que vamos a peor por las medidas ambientalistas o las propuestas que no están contrastadas con el sector. 

En Europa, valga la expresión, 'somos los más tontos del planeta', en el sentido de que el resto de continentes lo que hacen es proteger sus sectores primarios o estratégicos y aquí, en Europa, vamos en el sentido contrario. Un ejemplo es Ursula von der Leyen [presidenta de la Comisión Europea] con el mayor desprecio que se ha cometido contra la ganadería europea en los últimos años. Aquí se marca una directriz de protección del lobo, que lleva años eliminando cabezas de ganado y atacando rebaños, y ahora resulta que un lobo ataca al pony de la señora Von der Leyen y es cuando hay que revisar la estrategia de protección. Este es el nivel que tenemos y es una burla al sector ganadero europeo. Y así muchas cosas.

¿Por ejemplo?

El Pacto Verde de la Unión Europea es un atentado brutal contra el sector primario porque indudablemente se ha hecho a espaldas del sector, creyendo en unos ideales ambientales que son imposibles de cumplir en una agricultura normal y productiva. Y así una tras otra. La Agenda 2030, lo mismo. El papel lo aguanta todo pero se ponen unos retos que no se pueden cumplir. Aquí tenemos que hacer transiciones y no revoluciones. Al final, cuando planteas una revolución quieres cambios muy rápidos y hay mucha gente que se va a quedar por el camino, cuando no llega el jornal se va generando este descontento.

"Hay una enorme distancia entre la ideología del que legisla y la realidad del que tiene que cumplir la norma"

¿Desde el sentido común, cómo se puede aprobar una reforma de la PAC con exigencias que son imposibles de cumplir por mucho que digan que hay más presupuesto?

Porque hay una enorme distancia entre la ideología del que legisla y la realidad del que tiene que cumplir la norma. Es muy fácil imponer normas respondiendo a una ideología, pero el objetivo es que la gente las pudiese cumplir, pero dentro de un orden. Nosotros exigimos siempre en la norma calidad, seguridad y garantía jurídica. Un sector estratégico necesita estabilidad y un horizonte seguro. Y de momento ninguna de las normativas europeas que se quieren poner en marcha cumple esas exigencias. Nosotros empezamos en la Europa de las ayudas en el año 1992, en el 2000 comenzaron las grandes reformas de la PAC y el resultado ahora es una enorme distorsión entre lo que es la política agraria y las necesidades.

Una de las grandes quejas es la competencia desleal. ¿Por qué se permite importar productos de terceros países donde no se aplican las mismas exigencia que aquí? ¿No es un contrasentido?

La agricultura europea ha sido el rehén de las negociaciones con otros continentes y otros países. Queremos vender coches y en contrapartida tenemos que importar tomates. Siempre ha sido la moneda de cambio la agricultura. Es donde siempre se han producido las cesiones, tanto en pesca como en la agricultura y la ganadería. Esta es la consecuencia. Es ilógico que un continente o un país sacrifique su sector primario por otro sector, cuando las negociaciones deben ir encaminadas en otra dirección. No es justo ni equilibrado que muchas explotaciones de nuestro país tengan que cerrar debido al impacto del precio o de las importaciones, y más aún cuando todos sabemos que las exigencias productivas de esos países nada tienen que ver con las nuestras. La Unión Europea debe asumir el mea culpa y asumir que la situación que tiene el sector es por su irresponsabilidad a la hora de negociar. 

Hablábamos antes de Ursula von der Leyen. Uno de sus anuncios para calmar las protestas fue la retirada por parte de la Comisión Europea de la ley para regular el uso de pesticidas. ¿Les parece suficiente?

No. Y vuelvo a lo que comentaba antes. Este es el nivel que tenemos. Von der Leyen solo reacciona cuando ve el Parlamento Europeo lleno de tractores. No puede ser. Eso significa que ha habido una intención reguladora en contra del sector. Hasta que no ha visto los tractores no se ha dado cuenta o no ha querido reflexionar o no le han hecho reflexionar sobre lo que está pasando. Es gravísimo y es el nivel que tenemos dentro de la Unión Europea. Hemos estado engañados durante muchos años y nos han engatusado con muchos discursos ambientalistas y, al final, lo único que ha traído son pérdidas para el campo. Lo que ha anunciado la presidenta de la Comisión Europea es totalmente insuficiente. Son pequeñísimos gestos para las demandas del sector.

"Hemos generado una dependencia entre los consumidores de la Unión Europea de los productos importados"

¿Esa llamada soberanía alimentaria de la Unión Europea es un sueño alcanzable?

No es que sea un objetivo, es una necesidad. La tuvimos, pero la hemos entregado. Hemos generado una dependencia entre los consumidores de la Unión Europea de los productos importados y puede ocurrir, espero que no, como con las mascarillas. Viene una pandemia, vamos a comprar mascarillas y no hay. Tenemos que comprarlas fuera porque no somos capaces de producirlas dentro. Es un ejemplo de lo que puede pasar con la agricultura en nuestro país y en la Unión Europea. No podemos hablar de crisis alimentaria como en los año 50 , pero el concepto de desabastecimiento ha cambiado. El desabastecimiento hoy en día consiste en que el consumidor vaya al lineal y no encuentre el producto durante varios días, como ha ocurrido algunas veces. El hecho de que la Unión Europea haya dejado de lado durante esta reforma el concepto de soberanía quizá nos puede meter en una situación de riesgo de la que difícilmente podamos salir.

El agua es fundamental para los cultivos y es algo que se demanda mucho. ¿Habría que recuperar el Plan Hidrológico Nacional?

No sé si habría que recuperar el Plan Hidrológico Nacional que marcó el punto de inflexión. Lo que sí creo es que la gestión del agua no depende de Hugo Morán [secretario de Estado de Medio Ambiente] ni de Teresa Ribera [ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico] porque el agua es un recurso de todos. No es un recurso del PSOE o del PP, es un recurso de toda la ciudadanía para el desarrollo. Es un recurso finito pero que tiene que ser mejor gestionado. Lo único que hacemos aquí es prohibir pero realmente nadie plantea una gestión del recurso con un sistema adecuado a las necesidades actuales y a las que van a venir. España es un país que se enfrenta a retos diferentes a los de otros de la Unión Europea. Siempre nos están señalando a nosotros como el país en el que más efectos va a causar el cambio climático y, sin embargo, nos estamos rigiendo por las mismas directivas y reglamentos que el resto de países cuando nuestro problema es totalmente diferente. Nuestra agricultura necesita una gestión diferente.

El día 26 de febrero, coincidiendo con la jornada en la que se celebrará el Consejo de Ministros de Agricultura en Bruselas, las organizaciones agrarias han convocado un acto de protesta en Madrid. ¿Hasta qué punto es importante que todas las administraciones vayan de la mano con el sector primario?

Es difícil que todas las administraciones vayan de la mano con el sector primario. Es complicado. Lo que tenemos que conseguir es que todo el sector primario vaya junto. El día 26 es un día muy importante porque, quizá, en todas estas movilizaciones no se ha dejado claro todavía que el principal problema de nuestra agricultura y ganadería está en Bruselas y en los puertos. Son los dos grandes problemas de nuestro sistema productivo. Bruselas, por las consecuencias que traen sus políticas y los puertos porque es por donde entran productos de competencia desleal que están arruinando a muchas explotaciones. Por eso, considero que el día 26 igual, que se hizo ante el Parlamento Europeo, es importante mostrar fuerza y contundencia a la hora de reivindicar ante los responsables europeos las verdaderas necesidades. 

¿Considera que hay empatía entre la España rural y la urbana?

La España urbana desconoce mucho a la España rural y eso es un problema. Lo que me da miedo y me preocupa que la ciudadanía nos empiece a ver como parte del paisaje. Eso no debe ocurrir y debemos transmitir a la ciudadanía un mensaje claro de unidad, de necesidad de reforma. No queremos una revolución, queremos que las cosas se hagan bien. A la ciudadanía poco le importan las necesidades de la PAC, lo que le importa es ir a un supermercado y tener producto a buen precio.