Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Don Erre que erre

14/03/2024

Este título era el usado para una comedia española, setentera, en la que el otrora recordado Paco Martínez Soria encarnaba un personaje conocido por su cabezonería y terquedad. Seguro que todos tenemos episodios de un 'errequeerreísmo' mediante los que nos empeñamos en conseguir algo y no paramos hasta que lo hacemos. Esto que puede llegar hasta el hartazgo, hasta la fatiga, también se convierte en una forma más que válida de reclamar aquello que creemos que es justo. Hoy, con la celebración conquense por excelencia tan solo a unos cuantos giros de rotación de nuestro planeta, vemos con deleite en unos casos (los más) y con indiferencia en otros (los menos) cómo la ciudad va mutando en cuanto al perfil de las noticias generadas.

Si nos centramos en cuanto a la cultura se refiere, contemplamos que la profusión de noticias en torno al fenómeno cofrade es casi de dimensiones bíblicas para una ciudad, confesémoslo, poco habituada a una conjunción de tantos actos en muy pocos días. Los hay novedosos y recurrentes. Y dentro de estos nos encontramos cómo con mayor o menor asiduidad, en las cuaresmas de los últimos años siempre hay una referencia a la obra marcopereziana, la civil y la religiosa. Parece que aprovechando que las hermandades ponen en la calle buena parte de la obra procesional de Don Luis, los gestores culturales quisieran aprovechar el tirón de quien tanto y tan bien hizo para presentar su trabajo. Y eso es bueno. Lo malo es que pasado el Domingo de Resurrección esta devoción que sentimos por Don Luis volverá al baúl en el que guardamos esencias, túnicas y recuerdos al menos por unos meses. Quizá sea el momento de intentar que Marco vuelva a hacer una de las suyas a la ciudad a la que tanto amó.

Uno de los lunares que tenemos es el aspecto del centro de la ciudad. Sí, ahora lo engalanaremos para los próximos días, pero un año más conviviremos propios y extraños con un inmueble en la calle del agua rodeado de vallas (lo que no es novedad) transmitiendo una más que segura sensación de inseguridad. No sé muy bien de quién depende dicho edificio, pero, como idea, podría convertirse en una extensión del Museo de Cuenca en la que exponer los fondos de Marco Pérez, Martínez Bueno, Fausto Culebras y Navarro Gabaldón que obran en dicho museo. De un lado serviría para revitalizar una zona centro que se degrada a pasos agigantados, siendo un espacio accesible que permitiría agrandar la red museística conquense. Y, por otro lado, permitiría a investigadores y enamorados de estos cuatro magníficos escultores poder estudiar y contemplar su obra que, si alguien no lo remedia, quedará recluida a ese lugar en el que la memoria casi, casi, se convierte en fugaz experiencia temporal. Como aquel Don Erre que consiguió que el banco atracado le devolviera una exigua cantidad de dinero, estamos en la obligación de seguir reclamando un reconocimiento, en forma de espacio, de la obra de estos cuatro conquenses ilustres con el loable fin de que las generaciones venideras no la consideren atrezzo de una película.