Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


Esto es un maldito carajal

15/03/2024

El escenario político empieza a estar al borde mismo de la explosión. Desde que se inició la legislatura la olla no ha dejado de coger cada vez más presión y resulta cada vez más difícil el pensar siquiera a medio plazo estando como estamos yendo de síncope a sincope, a uno por día sino son dos. 
Pueden los unos y los otros hacer las proclamas que quieran, pero en realidad nadie sabe lo que puede pasar ni por donde acabará por reventar esto. Lo único seguro, en realidad, es que no va a haber tregua y esto ya no es una batalla sino un cesto de ellas y fuego a discreción. Y el revoltijo es ya tan total que uno no sabe con qué parte de él quedarse y ponerse a analizar. Hoy, por ejemplo, yo iba a hablar de Ayuso, pero de pronto ha saltado la liebre de la convocatoria de elecciones en Cataluña. Así que no sé a qué carta quedarme y después de pensarlo un rato he decidido que en lo de la presidenta madrileña me voy a esperar unos días, pues esto está girando a velocidad vertiginosa. De inicio pensé que lo del novio le hacía un roto, luego me pareció que un descosido y ahora no sé si no acabará como aquello de Casado, que le acabó por pegar en toda la cara a quien se lanzó a la piscina y se dio de bruces contra el cemento. Así que voy a dejar pasar unos días hasta la semana que viene para hacerme una mejor composición de lugar. 
Lo de Cataluña sí lo tengo algo más claro. La jugada de ERC es claramente defensiva. Anticiparse al posible regreso de Puigdemont y minimizar daños. Pero lo que con ello provoca es una onda que alcanza de lleno al panorama nacional. De principio, los Presupuestos se han ido al cuerno. Aunque eso me parece que Sánchez ya lo sabía o lo barruntaba. Su mastín Óscar Puente ya latió por ese lado hace unos días al decir que si no los había... pues, que no pasaba nada.
Incluso puede que el PSOE vea en ello una oportunidad. El único lugar por donde el panorama electoral les puede pintar algo mejor es allí. A ello llevan apostando tanto que eso ha significado sacrificar a todos los otros territorios. Illa puede ganar, ya lo hizo, pero no va a gobernar. Eso está difícil y por una muy clara razón. Aunque le dieran las cuentas sumando con ERC, eso significaría enfrentamiento directo con Puigdemont y la venganza la tiene fácil: dinamitar la legislatura. 
Y ése es el problema que de continuo, y también en el País Vasco, tiene Sánchez: que él necesita a la vez los votos de los dos contendientes. Si, por ejemplo, se inclina por el PNV, Bildu se le va a cabrear, y viceversa aún más. Al igual que en Cataluña, no puede bailar sólo con uno, pues si lo hace el otro lo saca de la pista a él. Vamos, que Illa, al margen de lo que pueda pasar con lo de las mascarillas cuando era ministro, que está por ver y, aunque no salga en ello mal parado, no tiene precisamente despejado el horizonte. Pero, sin duda, un buen resultado puede ser un alivio, porque en junio y sin solución de continuidad llegan las europeas y a ellas a las que más miedo le tienen en Moncloa.
En suma que nos esperan tres meses de alivio, y a uno, que quieren que les diga, tiene cada vez una mayor desgana porque empieza a estar harto de todos y hasta de uno mismo también. Porque esto es un maldito carajal.