Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


Mayo

04/05/2023

Mayo es el mes de relumbrón del calendario, el más largo, por donde serpentea la vida y vuelve a nacer. Los mayas lo adivinaron y toda cultura transita por él igual que un niño con sus padres por vez primera en  la feria. Es el alegrón de la Naturaleza, la fantasía de la existencia, los sueños húmedos verdes trocados en flores y abundancia. Mayo es el mes de la fertilidad, las embarazadas y los partos. En ningún otro mes nacen tantos niños como en mayo; echando la cuenta atrás sale el ferragosto que quema los cuerpos y deshace. Mayo pare las hembras y las cigüeñas, que ya han vuelto y fecundan los nidos con sus alas. Es la primavera abierta en canal, desuncida en tallos y pétalos, margaritas vivas que acechan los ojos. Son los rojos de los campos y las amapolas el fulgor invertebrado de un arco iris descompuesto en la tierra y reflejan sobre las mejillas el deseo ardiente de seguir viviendo. Creo que fue el Magistral de la Regenta quien se echó un capullo a la boca y lo apretó hasta reventar dentro. Por más que vino Putin, la inflación y los ásperos, la vida siempre busca sentido, camino y por dónde. Se abre paso por los recovecos, las circunstancias y los sentidos. En realidad, los que somos alérgicos creemos ser instrumentos de la vida que nos llama a borbotones.
Siempre estarán los cenizos y los tristes, quienes no vean las señales que el mundo ofrece. Es verdad que el campo estará seco y no debe ser primavera, sino pajizo oscuro color de siembra. Pero aún así, los vencejos han vuelto, como diría Aramburu, y nos da menos ganas de suicidarnos. El día que levante la vista y vea un cielo plúmbeo de pájaros y riscos, quizá plantee entonces lo accesorio de la vida. Pero mientras tanto, el sol mece de nuevo las aves y ellas cantan a los oídos de quienes quieran escucharlas. Es cierto que este año, la primavera se preña de urnas y candidatos que dicen casi lo mismo, aunque de manera distinta. La música que suena no nos gusta, pero seguimos bailando por si se marcha la primavera. El calendario no tiene la culpa y hay veranos que parecen inviernos y viceversa. En Ucrania se paró el tiempo y, por seguir el símil de Sánchez, dejó el treinta y seis al descubierto. Siempre es el hombre, nunca la primavera.
Volveremos a votar como quien coge espárragos con su navaja de abril y mayo, esperando el milagro o el entendimiento, las uvas, los frutos, los racimos, las fresas. Ahora no se puede regar porque regularizan los pozos cuando no hay agua. Lo más que existe es un mar de palabras que se echan unos candidatos a otros hasta crear el fuego fatuo de la irrelevancia. Para qué vamos a votar si mandan los mismos con distintos collares, aunque lo contrario es peor.
La primavera es la prueba de fuego del hombre, quien pone en juego la resistencia y los sentidos. No puede uno quedar muerto de ganas, cuando se desparrama tras los cristales el verdor y la calma. Como decía Carlos Cano, donde vive el deseo, es donde vive la realidad. Y eso es lo grande de la primavera, que resucita el deseo, lo vuelve nuevo, blanco, incólume, gracioso hasta penetrarte entero dentro. La caída de la manga y las muchachas en flor son el signo de que nada se ha acabado. Que por mayo era por mayo, cuando aprieta la calor… El romance del prisionero fue hecho en mayo para contrastar su dolor. El mundo se cae o no lo entendemos, pero mayo se desnuda de nuevo. Es como si la carne rozase su frescor y lozanía con las gotas suaves que mi piel exhala al verte cerca, tan tersa, tan guapa, tan linda y bonita, igual que el primer día.