Conquense, a caballo entre la Manchuela casasimarreña y el barrio del chocolate en la capital. Siento y amo a esta ciudad y a esta provincia por encima de muchas cosas en mi vida. A la Cuenca de mis amores le deseo el mejor de los horizontes. El camino por recorrer es desesperantemente largo. Es humano llegar a pensar en tirar la toalla, porque aún teniendo una buena nómina de potencialidades, partimos del subsuelo y conquistar el cielo se antoja una misión casi imposible. Pero no hay que decaer. Debemos seguir luchando porque la dignidad colectiva de los conquenses sea restaurada y no seamos objeto de desigualdad entre las provincias de nuestro entorno. Unas desigualdades que, en muchas ocasiones, han venido motivadas 'desde fuera'. Digamos que aquellos que toman las decisiones no siempre (o casi nunca, vaya) han sido justos con nosotros. Eso, hasta hace un suspiro, era así y clamaba al cielo.
Ahora bien, también debemos hacer un viaje introspectivo; también debemos mirarnos el ombligo y pensar qué hemos hecho o dejado de hacer para estar en la situación que estamos. Nunca he sido amigo de las excusas baratas ni me he creído al alumno que sacaba malas notas única y exclusivamente porque el profesor le tenía «manía»... No, querido, seguro que tenía más que ver que no habías preparado lo suficiente la materia. Eso me lleva a reflexionar si el conquense prototípico no es un poco como ese mal estudiante. Seguro que en medio de una discusión parecida a ésta han escuchado por alguno de los intervinientes en la misma algo así como «tenemos lo que nos merecemos». Escuchar algo parecido a esto me irrita profundamente, pero creo que –y lo pienso cada vez más conforme voy cumpliendo años– algo de razón tiene.
En un puñado de días, nos hemos encontrado, a mi parecer, claro, dos palos en las ruedas que paralizan parcialmente o estancan definitivamente sendos proyectos trascendentales para Cuenca. Véase la integración urbana de los terrenos de Adif y la remodelación del edificio del Mercado. Del tren ya se ha hablado largo y tendido y, personalmente, ya he mostrado mi opinión en varios artículos como éste. En cuanto al segundo asunto, apuntar que se produce –tal y como informó en primicia La Tribuna– por un nuevo recurso presentado por una empresa conquense. Al limbo se pueden ir 1,2 millones de euros... Nos han 'pegado palos' por todos lados, sí, pero ¿tenemos lo que nos merecemos?