Están en el corazón de los desfiles procesionales. Entre el Martes y el Sábado Santo ponen voz a todos los pasos de la Semana Santa. El Coro del Conservatorio es parte fundamental de los cortejos y sus notas hacen latir la pasión nazarena entre el silencio y la turba, según se precise. Pero siempre ahí, al pie del cañón, porque viven y sienten esta Pasión.
Descorchan el primer Miserere en el acto del pregón, «muy importante para todos porque todo el mundo está deseando escucharlo», comenta Luz Caruda, secretaria del Coro. A partir de éste, interpretan unos cuanto más, siempre en las escaleras de San Felipe. Aunque no todos los pasos escuchan misereres de sus aterciopeladas voces. Así, por ejemplo, a María Magdalena y a las Santas Marías se les canta María Magdalena de Andrea Gabrieli; a la Negación de San Pedro se le hace lo propio con Ter me negabis, que compuso Pedro Pablo Morante, antiguo director del Coro; al Cristo de la Agonía se le canta O Jesu Christe de Jacob van Berchem; mientras que a las vírgenes que cierran los desfiles se les recibe con Stabat Mater de Guiseppe Tartini.
Para que todo suene como debe, el Coro sigue una dinámica de trabajo muy estricta, ensayando martes y jueves de forma general, a los que se suman los ensayos particulares de cuerda dependiendo del tipo de voz. Todo bajo las órdenes del actual director, Jesús Mercado Martínez. El Coro está compuesto por 29 miembros, repartidos en seis tenores, seis bajos, diez sopranos y ocho contraltos.
Tal y como explica Caruda, a lo largo de su prolija actividad anual, «lo más especial, la actividad troncal y la más relevante» es la que llevan a cabo con motivo de la Semana Santa. «La esperamos durante todo el año y la preparamos con muchísimo mimo», argumenta.
Como no puede ser de otra forma, el Coro se siente parte activa y viva de las procesiones, y ahí entran en juego los sentimientos de muchos de ellos porque «somos nazarenos». «Cada año es una situación diferente y cada uno tiene en su interior una vivencia que le hace sensibilizarse tanto con el ambiente... lo vivimos de manera muy especial. ¿Qué hay más grande en Cuenca que la Semana Santa?», recalca con todo el sentido la secretaria del Coro. De ahí el escalofrío que llegan a sentir cada vez que les giran un paso para que interpreten con sus voces, y es que en ese momento «tienes la sensación de que estás compartiendo algo muy grande».
Uno de los momentos más espectaculares, además de ese primer Miserere en el pregón, tiene que ver con la procesión Camino del Calvario. «Hay una emoción contenida en la turba que está deseando que lleguemos a cierto momento para entrar con sus tambores y clarines, aunque cada año nos van restando una milésima más de Miserere», subraya Caruda. «En el Coro tenemos una pequeña broma» –dice– «y es que nadie se quita la 'L' hasta que no canta en las turbas».
Policantores. El Coro del Conservatorio nació como tal en 1980 bajo las órdenes de su primer director y fundador Fortunato Saiz de la Iglesia. Ahora bien, el Miserere se interpretó en la calle antes, gracias a un coro de niños, llamado de policantores, que dirigió Alberto Vera. Su testigo lo tomó Francisco Bermejo, párroco del Cristo del Amparo, hasta que llegó Fortunato. A mediados de los ochenta hay documentos que reflejan las actividades del Coro durante la Semana de Pasión, cantando en el pregón y en las escaleras de San Felipe.
'O Crux Ave' para la Cruz Desnuda y un motete para el Bautismo. El Coro del Conservatorio incorpora dos novedades esta Semana Santa a su tradicional papel. En primer lugar, el director Jesús Mercado Martínez encontró una antigua grabación en la que el Coro le cantaba a la Cruz Desnuda un O Crux. De esta forma, han buscado una composición de este tipo más contemporánea –O Crux Ave de Ruhard Dubra– y se la cantarán a este paso en la noche del Viernes Santo. La otra novedad es que la hermandad del Bautismo pidió al Coro intervenir en la marcha Bautizando a Jesús, de Fernando Ugeda. En cierto momento, la música de esa marcha queda en un segundo plano y es entonces cuando el Coro interpretará un motete homónimo compuesto también por Ugeda.