Miguel Romero

Miguel Romero


El motete de la fragua

23/04/2025

La Semana Santa de Cuenca tiene momentos de originalidad y sorpresas que inundan todavía más nuestra Pasión. Una de ellas es el canto del motete en la herrería de la puerta de Valencia, lugar típico donde la madrugada del Viernes Santo tiene una significación especial en honor de la Soledad de San Agustín, cuando el descender de la turba ha pasado por su puerta.

Escuchar las voces desde su interior, amigos y amigas que se juntan para concelebrar un momento pasional y de recuerdo, homenajeando a fallecidos que como nazarenos hicieron su especial homenaje, mientras hombres y mujeres –de generaciones diferentes– hacen sonar el yunque a golpe rítmico del martillo para aportar la musicalidad tradicional que invita a la reflexión, a la exaltación y al homenaje particular, es todo un privilegio.

Por eso, el descenso de la procesión Camino del Calvario tiene aquí uno de esos singulares momentos que la hacen diferente y especial; Cuenca es una ciudad pasional y como tal, expresa sus emociones con efectos de alto contenido. La calle Alonso de Ojeda, entre el Salvador y San Vicente serpentea su relicario procesional al compás de rugir de los tambores de turbos –hombres y mujeres– y el clarinear de sus trompetines artesanos en su mayoría, cuando el guión, el Nazareno del Salvador, la Caída, el Evangelista, el Encuentro y al final, la Madre convertida en Soledad –vulgo de San Agustín– pasan hacia la Puerta de Valencia.

En su paso, la Virgen se detiene y se le invita a escuchar esas voces sonoras y ese tintineo de una fragua que ha sido, y es, recuerdo vivo de tradición y trabajo. Eso bien lo saben Antonio López y Alejandro Jiménez (Q.P.D.). Javier Tortajada dirige este heterogéneo grupo y el homenaje de este año, a Manolo Amigo y siguen haciendo esa misma tradición desde hace 23 años que surgiese. Un bonito aplauso para todos ellos, y sin duda, una exclusividad más de esta Semana Santa internacional de nuestra pasional Cuenca.