Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Aves, Fénix

25/04/2025

Fueron, calculo, 50 minutos de conversación con Rubén, que nos recibió a un equipo de Europa Press en su planta avícola de San Lorenzo de la Parrilla un viernes, y allá que fuimos, a preguntarle cómo se sobrepone uno a un golpe injusto y devastador. No se atreve a exhibir orgullo, aunque sabe que lo posee. El mismo orgullo que destiló hace justo un año cuando tuvo que apagar el fuego que le sobrevino y que se llevó por delante más de medio millón de crestas. De conquense a conquense, créame, le aseguro que 365 días después, hay motivos para aplaudir. La planta de Rujamar en San Lorenzo de la Parrilla echó a arder hace 365 días. Y hace 364, Rubén, sin bajar la barbilla, reunió a su equipo, sin un paso atrás, elevando a poesía el mantra de hacer de la necesidad virtud.

Lo que tiene un reportaje y lo que tiene una entrevista, que hay que titularla, quizá el trabajo más artesano de la profesión que ejerzo. Y en este caso, el titular me lo regaló Rubén: «Todo por Cuenca, y para Cuenca», y yo ni le pude quitar ni le pude poner nada. No es poca cosa. Que aquí han venido empresas desde Japón a hacer cables para coches y vendrán sin tardar desde Costa Rica a colgar cables en la sierra de Bascuñana para deslizarnos por ellos los domingos, bien está. Pero más allá de eso, Rujamar es, hoy por hoy, la empresa insignia con ADN conquense de toda la provincia, y bien se lo merece. Que sí, que es un empresario, que no es una ONG. Pero dé un paseo por Cuenca y dígame cuántos logos de Rujamar puede usted coleccionar en otros tantos patrocinios donde arrima al hombro para que la ciudad crezca. En la Carrera del Pavo, en las piraguas, en la Balompédica, a fondo perdido o buscado, solo porque sí.

Más allá de Cuenca, Rujamar descuenta ya días para la apertura de su planta de una hora menos, en Gran Canaria; al mismo tiempo que mira a los ojos a Donald 'Aranceli' Trump para decirle que para huevos, los suyos, y que no se tocan, y que se quedan aquí.

Les contaré dos secretos de la charla que le robé y que me guardé para este espacio más allá de los teletipos de Europa Press. El primero, que el perfeccionismo de Rubén le hizo verse «mal» en la primera de las piezas que soltó la agencia. «Me veo regular, Humberto», me dijo, cuando realmente bordó un discurso patrio que muchos querrían. El segundo de los secretos, y guárdemelo: échele un chorrito de vinagre de manzana a los huevos revueltos del desayuno. Ese es el truco a la sartén de quien más sabe de huevos en toda Cuenca. Por sus huevos, y por los de la familia que cada día levanta el telón para recaudar 1,5 millones de piezas que nos regalan gallinas que no han tocado jaula. Enhorabuena, Rubén, permíteme llamarte PAISANO, como me permite el director del periódico respetar la mayúscula del adjetivo en esta penúltima línea.