Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


No, Sánchez no será el único ausente en la 'cumbre de la paz'

26/04/2025

La Moncloa difundió este jueves por la tarde un vídeo con fotografías en las que el Rey y Pedro Sánchez se dan la mano, sonrientes, meteóricamente, a la entrada de la reunión del Consejo de Seguridad Nacional, en la que se debatieron nada menos que los planes de gasto en Defensa y, supongo, algo se hablaría colateralmente (o no) del asunto de la famosa compra de balas a Israel.
Luego, por lo que he visto en el vídeo de la reunión, muy poco revelador, la verdad es que no se ofrece ni una imagen de Felipe VI departiendo con el presidente del Gobierno, ni siquiera mirándole, ambos enfrascados en la lectura de unos documentos. Así que, si se quería lanzar un desmentido a los rumores de una mala relación entre el jefe del Estado y el del Gobierno, la imagen, que vale más que mil palabras, ha sido insuficiente.
Viene todo esto a cuento de la ausencia, insuficientemente explicada -el ministro de Exteriores dice que ir a estos fastos le corresponde al Rey, lo que es cierto, pero eso no excluye la concurrencia también del presidente-, de Pedro Sánchez en la ceremonia de los funerales del gran Papa Francisco. Una ceremonia solemnísima a la que asistirán este sábado representantes de 130 países, cincuenta jefes de Estado y aún más primeros ministros, diez monarcas -casi todos, parece, acompañados de sus jefes de Gobierno; el español no- y muchos vips. Allí estará también, aunque las crónicas protocolarias no lo hayan destacado mucho, el líder de la oposición española, Alberto Núñez Feijoo.
Subrayábamos en días pasados la enumeración de los errores cometidos por Pedro Sánchez en el año transcurrido desde su célebre 'espantada' de cinco días para meditar, según dijo, sobre su continuidad al frente del Gobierno de España. Aquello fue, claro, una equivocación, culminada estos días, tras una larga serie de meteduras de pata, por otra mayúscula, como no acudir a la exequia de Francisco, que, incluso por la presencia del 'malote' que habita en la Casa Blanca, se va a convertir en una 'cumbre' por la paz. A la que, claro, no asistirán ni Putin, que acaba de añadir otras doce víctimas en Kiev a su larga lista de muertos --"Vladimir, ¡para!", le ha escrito Trump--, ni Xi, ni los personajes más execrables de nuestra Historia contemporánea. Y por eso mismo, si no por otras razones aún de mayor peso, allí, en El Vaticano, alineado con 'los buenos' (al menos esta vez) en una buena causa, tendría que estar el presidente de una nación mayoritariamente católica como España, aunque él, el presidente, no lo sea, que no es esa la cuestión.
Claro, supongo que Sánchez tiene ya unos cuantos quebraderos de cabeza en casa. La 'crisis Marlanka', a cuenta de un asunto que es menor, como la adquisición de una partida de balas a Israel, país con el que España apenas mantiene ya relaciones, es uno de estos quebraderos, suscitado por el tono durísimo de los 'aliados' de Sumar y de Podemos respecto del ministro de Interior (y no, Netanyahu parece que tampoco va a El Vaticano).
A mí, sinceramente, lo que me parece grave de todo este asunto es la descoordinación que refleja en el seno del Ejecutivo, que hasta en las adquisiciones ni siquiera negocia bien los términos de los contratos, y ahora habrá que pagar más de seis millones de indemnización a los proveedores israelíes: no es mucho en términos cuantitativos, claro, pero esa cantidad, por ejemplo, hubiese venido bien para sustentar a cincuenta familias indigentes durante un año.
Ya digo: parece que nadie en el Gobierno, ni la vicepresidenta primera, absorta en su campaña andaluza más que en unos Presupuestos que ni están ni se los espera; ni el titular de Exteriores, cuya sustitución parece que corre cada día más prisa; ni la vicepresidenta segunda, que anda como anda, ni el titular de Justicia, que es el apagafuegos oficioso; nadie ha sido capaz de advertir al presidente de que no estar en El Vaticano este sábado, sea en la fila tercera o cuarta o quinta del protocolo, es un auténtico dislate. Y lo peor es que va uno, cronista modesto de lo que pasa y no pasa al fin y al cabo, y lo escribe, y te ves instalado en la 'fachosfera', o lugar aún más denigrante. Gajes del oficio en un país desnortado.