Miguel Romero

Miguel Romero


El barrio del Castillo y el turismo de Cuenca

21/02/2024

¿Quién lo iba a decir, a mediados del siglo pasado?  Cuenca soñó con el Arte cuando Zóbel y Torner deciden ubicar el Museo Abstracto en aquellas Casas Colgadas que le ofreció el Ayuntamiento de Cuenca, siendo alcalde D. Rodrigo Lozano. Ese sueño se hizo realidad y numerosos artistas del mundo llegaron hasta esta ciudad para conocer y vivir con intensidad ese movimiento intelectual en torno al arte de vanguardia. En mi experiencia personal, tres artistas a los que conocí y enriquecieron mi ilusión creativa: Okano, Pepe España y Wifredo Lam. Ni qué decir tiene lo que conseguiría la ciudad en aquellas décadas finales del siglo XX, con la gran aportación de todos ellos.

Es un recuerdo que debemos mantener, reivindicar y hacer visible siempre por lo mucho que supuso y lo que ha servido en las décadas siguientes para una ciudad que, siendo Patrimonio de la Humanidad, tiene en el movimiento artístico gran parte de su seña de identidad. Y por eso, Fernando Zóbel, en este año de 2024 tiene espadaña, reconocimiento y recuerdo para conmemorar el centenario de su nacimiento; sin embargo, no pretendo con esta pequeña columna más que significar lo que en estos momentos supone Cuenca como capital turística predilecta.

Y hay muchos rincones que son reencuentro de turismo de excelencia y popular, según los intereses; la estadística nos es favorable en el aumento desmesurado que se ha producido en estos dos últimos años para nuestra ciudad. La frecuencia y el número de visitantes ha cuatriplicado su presencia, recorriendo nuestros rincones patrimoniales y los muchos museos que abren sus puertas con valores y vivas razones.

Y si cabe, singular podría ser el Barrio del Castillo, lugar que cambiase su fisonomía hace unos cuantos años y ahora es punto de salida y llegada para muchos de los visitantes. La culpa, los valores gastronómicos, visuales, fotográficos, históricos y de recreo que su adecuada fisonomía urbana presenta y comparte. Un barrio que albergase a horticultores y artesanos en tiempos pasados y ahora sirve como hogar de artistas, encuentro de enamorados, amigos del deporte de riesgo (tirolina y escalada) y el alterne con buenas gentes que saben acogerte con generosidad, hospitalidad y bondades hosteleras.