Fernando J. Cabañas

OLCADERRANTE

Fernando J. Cabañas


Mi Olivetti

18/03/2024

En la primera clase del curso suelo pedir a mis alumnos que adquieran una determinada publicación en papel, la que utilizaremos como libro de texto. Días después y a pesar de lo indicado, siempre aparece alguno con una tableta llevando dicho libro en soporte informático. Y cada año me toca, con mayor serenidad, reflexionar con ellos sobre el mismo asunto. Además, procede ser consciente de que tratando de esto a sus 18 o 20 años, no es raro que me vean como un ser anclado, dada nuestra diferencia de edad, en el pleistoceno.

Una de las frasecillas que –¡siempre!– alguno suelta es que ellos son 'nativos digitales'. Malditos –¿políticos, medios de comunicación, psicólogos?– ineptos. Es esa una cantinela que izan como si de un escudo protector se tratase creyendo que les protegerá de posibles y futuras críticas negativas. Además, estoy convencido de que ellos, y los que les han metido tal chorrada en la cabeza, piensan que con esa expresión se añade un plus de calidad a todo lo que hacen, sea lo que sea, al tiempo que la sociedad los eleva por encima de los que tienen más de cuarenta años. En las primeras clases y ante mi ya habitual pregunta relativa a cuánto tiempo llevan utilizando esos aparatos, me suelen contestar, obviamente, que 8 o 10 años. Cuando a continuación les informo de que mi primer ordenador lo compré en 1987, su mirada cargada de superioridad empieza a tornar en desconcierto ante lo que imaginan que puede venir después. Es entonces cuando reflexionamos sobre el hecho de que, después de tantos años y con las supuestas bondades que tiene la tecnología, sigo usando agenda y libros de papel… junto a potentes teléfono móvil, tableta y ordenador (todo ello lo ven en mi mesa). «La tecnología, al menos en mi caso, vino a ampliar recursos o posibilidades, no a sustituir los preexistentes».

Cuando días después les pido un trabajo escrito, vistas las capacidades de uso que de un simple procesador de textos acreditan, les animo a que saquen más jugo a los casi 2000,00 euros que muchos se han gastado en un ordenador de alta gama. Lamentablemente, suelen usar esa herramienta, básica en el s. XXI, con simple intuición y por ello mucho peor de lo que yo usaba mi vieja Olivetti a principios de los 80 del pasado siglo XX.