Fernando J. Cabañas

OLCADERRANTE

Fernando J. Cabañas


Seres singulares

08/04/2024

Llevo horas turbado. Una situación, vivida hace horas, ha conseguido que se haya apoderado de mí el desconcierto dejándome momentáneamente tocado y, quizá a medio plazo, hundido. Hacía segundos que me había subido a un medio de transporte público. Viendo que no había ningún asiento libre, directamente me he ido hacia un lateral. Nada más apoyarme en una barandilla, una mano me ha tocado el hombro descubriendo inmediatamente que pertenecía a un veinteañero. Mirándome fijamente y con cara de pena, me ha ofrecido el asiento que él estaba ocupando, al tiempo que se ha empezado a incorporar. Me he quedado descolocado dado que era lo último que podía imaginarme en unos tiempos en los que, hasta los abuelos y por supuesto los padres, prefieren ir de pie para que los niños de 10 o 12 años se tumben inutilizando, si es posible, dos asientos mejor que uno. 

La primera reacción, instintiva y tras agradecerle fugazmente la deferencia, ha sido la de rechazar su ofrecimiento. Pero una mirada directa a sus ojos, constatando que se trataba de un chaval que parecía majísimo, me ha empujado, sin embargo, a aceptar su ofrecimiento. No quería, con mi negativa, que entendiese que era un desprecio o que me sentía ofendido y eso que, inmediatamente y tras sentirme halagado, me ha invadido el desconsuelo. ¿Tan mayor me ha visto? ¿Tan necesitado de reposo estoy? Desde ese momento mi cabeza no ha parado de darle vueltas a si, como dice un buen amigo mío, no solamente estoy madurando sino, de manera más clara todavía, lo que estoy es ante todo envejeciendo.

Pero como la cosa no podía quedar ahí –en ese caso no estaríamos en este país ni en estos momentos de la evolución del ser humano–, en los escasos dos segundos que han transcurrido entre que el amable chico se ha levantado y yo he ido a sentarme, otra treintañera se ha lanzado, como alma que lleva el diablo, y, tras empujar al jovenzuelo, se ha apoltronado en el asiento centrando su vista en el móvil. El chico y yo nos hemos mirado y, sin articular palabra, creo que ambos nos hemos lamentado de una conducta que, precisamente en la actualidad, no es aislada. Eso sí, yo al menos me he sentido deudor de la chica ya que, a su manera, me ha dicho que no soy tan mayor. O ¿es eso lo que he necesitado entender?

ARCHIVADO EN: Transporte