Fernando J. Cabañas

OLCADERRANTE

Fernando J. Cabañas


Sentido común

08/09/2020

Cuando yo renazca seré sicólogo. Me forraré. Además, mi TFG, TFM o lo que entonces esté de moda, girará sobre el sentido común. Mejor dicho, sobre su carencia en la sociedad. Aunque, ahora que lo pienso, no tiene ningún sentido, ni común ni individual, que yo pretenda comer toda una vida de algo así. Los que tienen dicho sentido, ¿para qué me necesitarán? Y los que carecen de él, ¿cómo van a llegar a la conclusión de que han de hacer algo al respecto si su cabeza, en lo que a este asunto se refiere, no da de sí como para buscar ayuda? Mal futuro veo en esa nueva vida mía. Mejor seguiré en esta, sin pensar en ninguna otra, y de paso disfrutando de esa a mi juicio enigmática carencia que padece una buena parte del ser vivo supuestamente más desarrollado: el hombre… y la mujer, claro, que al menos en esto sí que estamos a partir un piñón. Seguro que alguno me tachará de catastrofista o pesimista. ¡Allá él! Pero si, según los estudiosos del tema, el sentido común está vinculado al "conjunto de conocimientos, creencias y explicaciones, fundamentados en la experiencia personal o la sabiduría popular, que son compartidos por una comunidad (familia, pueblo, nación) y que son tenidos como prudentes, sensatos, lógicos y válidos", visto lo visto, casi me gustaría ser gaviota y vivir entre ellas o rata y hacerlo rodeado de otros roedores. ¿Es mi ceguera o cada vez veo más insensatos poblando nuestra sociedad, centros de trabajo o familias? Pero, ¿cómo puede ser que conforme pasan los años —¡llevo 58 comprobándolo!— haya más imprudentes, insensatos, irracionales y menos sabios de manual? Muchas dudas las mías aunque, afortunadamente, al menos una respuesta: he descubierto el origen de eso que cada vez veo más en mi aula: conductas de este tipo en estado embrionario. ¡Tiene que ser alucinante ver a estos sujetos y sujetas educando a sus vástagos!